Neutralidad energética 2050
La UE se ha fijado el objetivo de tener una economía con cero emisiones netas de gases de efecto invernadero. Esta meta constituye el núcleo del Acuerdo Verde Europeo y está en línea con el compromiso comunitario de aumentar la acción climática global en línea con los compromisos del Acuerdo de París.
El Acuerdo de París, adoptado en 2015 por las partes de la Convención Marco de las Naciones Unidas para el Cambio Climático y ratificado por España en 2017, establece, en su artículo 2, como límite del calentamiento global: “mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de los 2°C con respecto a los niveles preindustriales, y proseguir los esfuerzos para limitar ese aumento de la temperatura a 1,5°C con respecto a los niveles preindustriales”.
Las energías fósiles representan hoy el 82% del mix energético mundial. Sin embargo, la respuesta a la crisis climática requiere caminar hacia sistemas neutros en carbono.
La neutralidad climática supone una oportunidad para mejorar toda la cadena de valor de la industria, así como para generar nichos de negocio.
La ELP -estrategia a largo plazo- plantea una senda de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero en 2050 de un 90% respecto a 1990. Se pasa de los 334 millones de toneladas de CO2 equivalente en 2018 a un máximo de 29 MtCO2eq en 2050. Se prevé, asimismo, que la capacidad de absorción de los sumideros naturales en esa fecha será de 37 MtCO2eq, por lo que alcanzaría la neutralidad climática.
Como se aprecia en el siguiente cuadro del ministerio para la transformación ecológica, la agricultura tiene un papel fundamental en la evolución prevista de las emisiones para alcanzar la neutralidad.
En este sentido Cool Farming utiliza una serie de prácticas agrícolas sostenibles que ayudan a almacenar carbono de la atmósfera en los suelos agrícolas, previniendo el efecto invernadero y mejorando la productividad de las explotaciones.
En Cool Farming disponemos de una serie de técnicas de ¨agricultura regenerativa¨ para que una explotación pueda optimizar la captura de carbono en sus terrenos agrícolas. Aplicando estas prácticas conseguimos que el CO2 sea absorbido de la atmósfera y se almacene en forma de material vegetal y orgánica en el suelo.